¿Conocéis ese dicho de: quien me gusta no me quiere y quien me quiere no me gusta? Bueno, supongo que si lo conocéis, porque a todos nos ha pasado alguna vez.
Nos pasamos la vida arrastrándonos por gente a la que ni siquiera le importamos, y pasamos de los que estarían dispuestos a girar el mundo más despacio por nosotros. No sé, creo que nos gusta demasiado complicarnos la vida, con lo fácil que es.
Supongo que aunque el romanticismo casi a muerto, algunos todavía lo buscamos. Decidme si hay algo más bonito que una cena a la luz de las velas, una escapada romántica para ver amanecer en alguna playa, un ramo de rosas rojas sin ningún motivo, o quizás algo más sencillo, como un 'te quiero' susurrado al oído en cualquier momento del día. El caso es que aunque no lo creamos, todavía hay gente que busca algo más que un simple encuentro, que el sudor de dos cuerpos o el salir corriendo de una cama distinta cada amanecer.
En el momento en que empezamos a creer que el amor no está hecho para nosotros es cuando aparece ese alguien que nos mueve el mundo más despacito y que nos susurra los 'te quiero' cada día. Quizás ya lo conocíamos, lo teníamos delante y no nos dábamos cuenta, o a lo mejor lo conocemos repentinamente. Quien sabe.
Pero cuando lo encontramos, ay, cuando lo encontramos. Somos inexplicablemente felices, el mundo nos parece un poco más bonito, sonreímos como idiotas todo el rato, pensamos en esa persona las veinticuatro horas del día, le echamos de menos, necesitamos escuchar el sonido de su voz, o incluso un simple mensaje que nos indique que se acuerda de nosotros. Estar enamorado es precioso, pero nos vuelve, inevitablemente, idiotas. Cuando nos enamoramos no nos importa nada más, no nos concentramos en nada, incluso a veces dejamos de hacer cosas importantes en nuestras vidas. Pero quizás, solo quizás, eso nos haga más fuertes.
Porque hay amores que te rompen, bueno, todos te rompen aunque solo sea un poco. Cuando empiezan los celos, te rompe. Cuando discutes con esa persona, te rompe. Cuando se olvida de algo importante para ti, te rompe. Y sobre todo, cuando se va para no volver, te rompe.
Nos rompemos, pero quizás eso es lo bueno, que de tanto romperse, el corazón aprende a recomponerse solo. A no dejar que cualquiera nos deje marca, porque ya tenemos demasiadas cicatrices de personas anteriores.
Pero a pesar de todo lo malo, yo creo que todo el mundo debería conocer el amor. Porque aprendes a llorar riendo y a reír llorando.
-Maaaaari